martes, 5 de julio de 2011

Sudán


Sudán: El cruel reloj de la muerte de la primera infancia

Por Dan Teng'o, Comunicador de World Vision

Muchos informes se han escrito sobre la vida en los campos, caseríos y aldeas acerca del desplazamiento y los refugiados en África. Esos informes son incompletos si no incluyen dos palabras: mortalidad infantil.

En muchos lugares de África oriental donde he estado, la mortalidad infantil se ha vuelto tan común que esta triste situación es, ahora, una forma de vida. Muchas madres, entre ellas algunas de mis parientes, han visto morir a sus hijos de enfermedades prevenibles y tratables como la malaria y la neumonía, sin poder hacer nada.

La cifra es enorme. Una de cada tres mujeres que entrevisté en las aldeas y campamentos de desplazados en Sudán durante el año pasado, ha perdido al menos un hijo. Muchas han perdido más. La mayoría de las mujeres me dijeron que sus hijos murieron como consecuencia de diarrea, enfermedades respiratorias, paludismo y otras enfermedades fácilmente prevenibles.

Las historias son "desgarradoramente similares"

Cuando visité la clínica de World Vision en Duma, un asentamiento de las comunidades desplazadas y afectadas por la guerra en el sur de Darfur, fui detenido en seco por las historias de mujeres que habían perdido hasta seis niños debido a enfermedades que fácilmente se podría haber evitado. Sus historias trajeron lágrimas a mis ojos.

Husseina Mohammed había perdido a un hijo por diarrea. Así mismo, Medina Issa. Y así sucesivamente. Bombardeado por sus tristes historias, sentí caer en la desesperación.

Por desgracia, las historias son desgarradoramente similares en muchos pueblos africanos. La vida para muchos niños es extremadamente breve. Su corazón deja de latir demasiado pronto. Un reloj empieza a contar cruelmente desde el mismo momento en que nace un niño. Diversas enfermedades, que con frecuencia pueden prevenirse, convierten a muchos años potenciales de vida en preciosas semanas o en meses.

El miedo a la muerte prevenible ocupa un lugar preponderante

Siento un nudo de miedo en el estómago cada vez que voy a recoger las historias de las mujeres en las comunidades empobrecidas. El miedo de aprender de las muertes infantiles evitables en su familia siempre ocupa un lugar preponderante.

A menudo pido a Dios la fuerza para, de alguna manera, encontrar de nuevo la felicidad después de escuchar los lamentos sobre las muertes evitables de los niños. A nivel mundial hasta 24.000 niños mueren todos los días y, sin embargo, aquello puede fácilmente evitarse.

A pesar de esta sombría situación, hay una esperanza que no se marchita, incluso en los pueblos africanos más afectados por las muertes infantiles prevenibles. Casi todas las madres con las que he hablado cree que su próximo hijo sí va a sobrevivir.

La clave: soluciones simples

Teniendo en cuenta sus circunstancias, a menudo difíciles, no siempre es fácil ser optimista, pero ellas deciden hacerlo porque quieren que sus hijos vivan. A pesar de que sus ojos irradian la esperanza más saludable y viven más tiempo para sus hijos, muchas madres en los pueblos de África oriental están siendo agobiadas por las amenazas diarias que sus niños experimentan debido al limitado acceso a la atención de la salud, la falta de alimentos adecuados, el agua sucia, entre otros problemas.

He visto a World Vision salvar las vidas de muchos niños en Sudán y en otras partes de África, proporcionando educación sobre buenas prácticas de salud, atención primaria de salud, alimentos, agua potable y otros servicios básicos.

Este paquete de soluciones simples, consigue no sólo precautelar la vida de muchos niños del furor de las enfermedades prevenibles, sino también dar a sus madres una verdadera esperanza para un futuro mejor.