Carlos Juan Finlay y Barrés nació en Puerto Príncipe, hoy Camagüey,
Cuba, el 3 de
diciembre de 1833,
de ascendencia francesa y escocesa. Descubrió y describió la importancia del
vector biológico a través de la teoría metaxénica de la
trasmisión de enfermedades por agentes biológicos, aplicándola a la fiebre
amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti.
Su infancia la vivió tanto en La
Habana como en el cafetal de su padre, en la zona de Alquízar.
A los once años de edad (1844) lo enviaron a estudiar a Le Havre,
Francia.
Dos años después, regresó a Cuba debido
a una enfermedad. Retornó a Europa en 1848 para completar su educación. Después
de un período en Londres,
ingresó en el Liceo de Ruan,
donde permaneció hasta 1851, cuando regresó a Cuba, convaleciente de un ataque
de fiebre tifoidea.
Desde 1853, cursó la carrera de Medicina
en el Jefferson Medical College en
Filadelfia, Pennsylvania, donde se doctoró el 10 de marzo de 1855. Completó sus
estudios en La Habana y en París. En 1857 revalidó su título en la Universidad
de La Habana en donde se radicó y abrió un consultorio médico.
Gracias a sus análisis y estudios,
hechos desde 1870, Finlay fue el primero en teorizar (1881) que la transmisión
de la fiebre amarilla se realizaba por un agente intermediario (vector). Con
los medios aportados por la comisión mixta hispano-estadounidense, fue capaz de
identificar al mosquito Culex o Aedes aegypti
como el agente transmisor de la
enfermedad. Sus estudios lo llevaron a entender que era la hembra fecundada de
esta especie la que transmitía la fiebre amarilla.
En 1881 fue a Washington,
D.C., como representante del gobierno colonial ante la Conferencia
Sanitaria Internacional, donde presentó por primera vez su teoría de
la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermediario, el mosquito.
Su hipótesis fue recibida con frialdad y casi total escepticismo. Solo fue
divulgada por una modesta revista médica de Nueva Orleans
a través del doctor Rudolph Matas, recién graduado en Medicina, quien había
participado en la comisión mixta hispano-norteamericana en calidad de
intérprete, por ser hijo de españoles.
De regreso a Cuba, en junio de
1881, realizó experimentos con voluntarios y no solo comprobó su hipótesis,
sino que descubrió también que el individuo picado una vez por un mosquito
infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad. De ahí
nació el suero contra la fiebre amarilla. En agosto de
ese mismo año presentó ante la Academia de
Ciencias Médicas de La Habana su trabajo de investigación.
No obstante ello, por más de dos
décadas, los postulados de Finlay fueron ignorados y su teoría de que un huésped
intermediario era el responsable de la propagación de la enfermedad fue
ridiculizada. Solamente después de terminada la Guerra Hispano-Estadounidense, cuando el
general Leonard Wood,
gobernador de Cuba, pidió que se probara la teoría de Finlay, se volvieron a
revisar sus trabajos de investigación, así como los exitosos experimentos que
había realizado durante todos esos años. En palabras del general Wood, médico
y gobernador militar de EE.UU. en Cuba en 1900: "La confirmación de la
doctrina del Dr. Finlay es el mayor paso adelante dado en la ciencia médica
desde el descubrimiento de Jenner de la vacunación [contra la viruela]".
Su hipótesis y pruebas
exhaustivas se confirmaron casi veinte años más tarde por la Comisión Walter
Reed de 1900. Finlay se convirtió en el Oficial Jefe de Salud de Cuba desde
1902 hasta 1909. Aunque el Dr. Reed recibió la mayor parte del crédito en los
libros de historia por erradicar la fiebre amarilla, Reed acredita al Dr.
Finlay el descubrimiento del vector de la enfermedad y la manera en que podría
ser controlado. Walter Reed cita a menudo a Finlay en sus propios artículos y
le dio crédito por el descubrimiento en su correspondencia personal.
Este descubrimiento ayudó a
William Crawford Gorgas, médico militar que había tratado, sin conseguirlo, de
erradicar la fiebre amarilla en Santiago de Cuba, que había sido nombrado Jefe
Superior de Sanidad en La Habana en diciembre de 1898, a reducir la incidencia
y prevalencia de las enfermedades transmitidas por mosquitos en Panamá durante
la campaña estadounidense (a partir de 1903) para construir el Canal de Panamá.
Antes de esto, cerca del 10% de la fuerza laboral moría cada año de malaria y
de fiebre amarilla. A iniciativa de Finlay, Gorgas, creó una Comisión Cubana de
la Fiebre Amarilla que, siguiendo las indicaciones del médico cubano, combatió
al mosquito y aisló a los enfermos. En sólo siete meses había desaparecido la
terrible enfermedad de Cuba.
El doctor Gorgas fue finalmente
enviado a sanear el Istmo de Panamá a fin de poder completar la
construcción del canal; ahí aplicó los mismos principios indicados por el
doctor Finlay, lo cual permitió terminar esta gran obra de ingeniería. Una
placa en el propio Canal de Panamá reconoce la contribución del
doctor Carlos J. Finlay en el éxito de esta magna obra.
El Dr. Finlay fue miembro de la
Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Hablaba
fluidamente francés, alemán, español e inglés y sabía leer latín. Sus intereses
eran muy generalizados y escribió artículos sobre temas tan variados como la
lepra, el cólera y enfermedades de las plantas. Pero su principal motivación
fue la fiebre amarilla, habiendo sido el autor de 40 artículos acerca de esta
enfermedad. Como resultado de su trabajo, fue nominado siete veces para el
Premio Nobel de Fisiología o Medicina, pero nunca le fue concedido. Recibió, en
cambio, la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia en 1908.
En memoria del doctor Finlay, el 3 de
diciembre fue instituido como Día del Médico en varios
países de América.
También en su honor, el gobierno
de Cuba creó, y la UNESCO
entrega cada dos años, el Premio de
Microbiología Carlos J. Finlay a investigadores cuya labor en temas
relacionados con la microbiología (inmunología,
biología molecular, genética
y otras) hayan contribuido de manera destacada a la salud. Su objetivo es
promover la investigación y los avances en la microbiología.
Carlos Finlay falleció en su casa
de La Habana, el 20 de agosto de 1915, a causa de una insuficiencia cardiaca
motivada por una neumonía.
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