En China, pacientes desesperados se ven obligados a innovar.
Artículo publicado en Newsweek, 03 de marzo del 2013, 10p.
Por Catherine Matacic
Hace siete años, un hombre chino
de 25 años llamado Fu Xuepeng sufrió lesiones de gravedad en un accidente de
motocicleta: paralizado del cuello para abajo, era incapaz de respirar sin
ayuda. Su familia lo llevó de prisa al Primer Hospital Popular de Taizhou,
donde lo tuvieron en un respirador por cuatro meses. Pero el dinero pronto se acabó.
Incapaz de pagar la cuenta médica de su hijo, de US$1600 a la semana, la
familia no tuvo más elección que llevarlo a casa. ¿La solución a esta situación
desesperada? Compraron un respirador manual de emergencia y, junto con otros
familiares, se turnaban para bombearlo en intervalos de dos horas. Su labor se
facilitó cuando un yerno le equipó un motor eléctrico para alimentar la bomba
en la noche. "Si nuestro hijo no puede cuidarnos, nosotros lo cuidaremos.
Mientras él todavía esté aquí, todo está bien", dijo el padre de Fu, un
granjero, en una entrevista con Zhejiang News previamente este mes.
Fu y sus padres no están solos.
Al enfrentar una creciente brecha económica y un aumento en los costos de los
servicios de salud, los más pobres de China a menudo no se pueden pagar los
dispositivos médicos que podrían mantenerlos con vida. Así, más y más personas
están optando por usar su propio ingenio. En 2009, un grupo de pacientes que se
hallaban en las últimas fases de enfermedades renales reunieron fondos para
comprar varias máquinas de diálisis de segunda mano. Y en 2012, Hu Songwen,
quien había agotado los ahorros de su familia en tratamientos de diálisis,
publicó un video en línea detallando cómo había sobrevivido por 13 años con un
dispositivo para filtrar la sangre hecho en casa.
"Sus acciones podrán ser
atípicas", dice Yan-zhong Huang, experto chino en salud, "pero ellos
encarnan la impotencia y la desesperanza de un grupo significativo de personas
en China que todavía no pueden pagarse servicios de salud de calidad".
Huang, un alto miembro para salud global en el Consejo de Relaciones
Exteriores, dice que el alto costo de los servicios de salud es el mayor
problema que enfrenta la gente como Fu y Hu. Por años, los costos de los
servicios de salud en China han rebasado por mucho la capacidad de pago de los
ciudadanos chinos. Hasta hace varios años, pocos chinos -menos del 30 por
ciento en 2003- tenían acceso a seguros médicos.
El gobierno chino está haciendo
lo que puede para disminuir esta carga. En 2009, el Ministerio de Salud chino
lanzó un ambicioso plan de US$124.000 millones para aumentar la cobertura de
los no asegurados. Para 2011, más de 95 por ciento de los 1300 millones de
chinos estaban cubiertos. Al mismo tiempo, los costos de los servicios de salud
menores para el ciudadano chino promedio han disminuido considerablemente,
reduciéndose de aproximadamente 60 por ciento de todos los costos de salud en 1999
a solo poco más de 35 por ciento en 2011.
Incluso con estos cambios, los
servicios de salud efectivos todavía son incosteables para muchos chinos, según
Karen Eggleston, directora del Programa de Políticas de Salud para Asia en el
Centro Shorenstein de la Universidad de Stanford. La cobertura es "amplia
pero superficial", escribió ella en un reporte de 2012. A pesar de
subsidios adicionales para los más pobres de China, los servicios de salud
avanzados a menudo están fuera del alcance de este segmento de la población.
En cuanto a Fu Xuepeng, una
solución más sustentable para el problema del respirador llegó gracias a la
generosidad de extraños: en enero, la historia inspiró a usuarios chinos de internet
a que donasen casi US$18.000 para comprarle uno electrónico. Además, funcionarios
del gobierno local han prometido que proveerán al hogar de los Fu con una provisión
ininterrumpida de electricidad para alimentar el nuevo respirador de su hijo.
El flujo de ayuda ha sido apabullante para los padres de Fu. Su madre, Wang
Lanqing, le dijo a un reportero de Taizhou Commercial News: "Hay muchísima
buena gente en este planeta".
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