Por Elisabeth Braw
LEGISLADORES BELGAS SE PREPARAN PARA DEJAR QUE LOS NIÑOS DECIDAN SI DEBEN MORIR POR SU PROPIO BIEN...
Jutte van den
Werff Ten Bosch ya ha tenido la conversación con su hijo de 10 años de edad.
Varias veces, de hecho. No, no la conversación sobre sexo, sino sobre la
eutanasia.
"Incluso si me hubiera dicho: 'Quiero morir', yo lo
apoyaría", explicó. "Yo no puse a mis hijos en el mundo para mí. Se
trata de su vida y de su muerte. Los mejores padres son los que dejan que sus
hijos se vayan".
Las conversaciones de sobremesa del Profesor van den Werff Ten de
Bosch con su hijo y sus otros tres vástagos están lejos de ser hipotéticas:
ellos viven en Bélgica, donde una ley que permite la eutanasia infantil está en
vías de ser aprobada a principios del próximo año.
La
ley, que se produce después de una ley de 2002 que hace que la eutanasia sea legal
para los adultos que la deseen, permitirá que los niños en fase terminal de
cualquier edad soliciten que se ponga fin a su vida.
"Los
niños no son pequeños seres humanos a los que podemos manipular", dijo Van
den Werff Ten Bosch, oncólogo pediatra que trabaja en el Hospital de la
Universidad de Bruselas y que se ha pronunciado a favor de la propuesta de ley.
"Los
niños con enfermedades terminales como el cáncer maduran mucho más rápido que
los demás niños. Ellos piensan mucho acerca de su vida y de la muerte, y de
cómo les gustaría que fuera su propia muerte. Y a veces son más valientes que
sus padres", dijo.
El
proyecto de ley sobre la eutanasia infantil, que acaba de pasar la fase de
comisión en la Cámara Alta de la legislatura, el Senado, y que se espera que
sea aprobada por el pleno del Senado a finales de este mes, seguida por la
Cámara Baja, conocida como la Cámara de Representantes, en enero o febrero,
estipula que los médicos pueden sugerir a los menores con enfermedades
terminales que deberían someterse a la eutanasia.
Una
vez que el niño decide a favor de la muerte, los padres tienen que dar su
consentimiento, aunque la ley no prevé qué pasará si los padres no están de
acuerdo. La eutanasia suele realizarla un médico, quien le da al paciente una
sobredosis de relajantes musculares y sedantes. Esto provoca un estado de coma
seguido de la muerte.
Desde
que en Bélgica se aprobó la ley de la eutanasia para adultos, el número de
pacientes que han pedido morir ha crecido a más de 1400 por año. Esto hace
recordar al mundo de la película Soylent Green (Cuando el destino nos alcance),
donde un estado perfectamente ordenado aplica la eutanasia rutinariamente a su
población de mayor edad para mantener el equilibrio poblacional adecuado.
Un
belga que aprovechó la ley de la eutanasia fue Nathan Verhelst, un hombre que
se convirtió en mujer y cuyo cuerpo re- chazó
su nuevo pene. En una entrevista con un diario, Verhelst explicó que no quería
convertirse en un monstruo, y este año re médico le dio una inyección letal.
Actualmente, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos son los únicos países del
mundo que permiten la eutanasia administrada por una segunda persona.
Pero
las leyes han hecho surgir una serie de dilemas éticos, morales y legales. Por
ejemplo, ¿es correcto que un padre proponga el asesinato legal de su hijo en
cualquier circunstancia? Y, dado que los niños no tienen las mismas habilidades
de razonamiento que los adultos, ¿están equipados para tomar una decisión final
sobre su vida que también afectará profundamente la vida de los demás?
Como
la mayoría de los animales, los seres humanos tienen el instinto innato de
proteger a sus crías. Como escribió Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán del siglo
XX: "La prueba de la moralidad de una sociedad es lo que hace por sus
hijos".
¿Acaso
los belgas se han vuelto completamente locos al permitir que los médicos ayuden
a los niños y niñas a morir? ¿O, por el contrario, están en camino de convertirse
en la sociedad más compasiva de la Tierra porque darán fin al sufrimiento de
los niños?
"Por
supuesto, tuve un largo debate conmigo mismo antes de decidirme a apoyar esta
ley Todos los senadores lo hicieron", dijo Philippe Mahoux, líder del
grupo del Senado por el Partido Socialista del primer ministro, Elio Di Rupo,
quien presentó el proyecto de ley "Pero no siempre es posible aliviar el
dolor de estos niños. Ese es el punto principal".
El
tema ha dividido a los belgas en una forma radicalmente nueva: no a lo largo de
líneas políticas, sino de acuerdo a la moral personal. "No sé qué
pensar", dijo Sébastien Petit, de 34 años, un trabajador de la industria
del cine en Lieja. "Por un lado, creo que es malo matar a los niños. Pero
por otro lado, me doy cuenta de que estos niños están sufriendo".
Su
esposa, Marie, de 28 años y terapeuta ocupacional, dijo que cree que la ley de
eutanasia para adultos funciona bien, por lo que ella no ve ningún problema en
extenderla a los niños. De acuerdo con una encuesta realizada por el diario La
Libre, 74 por ciento de los belgas están a favor de la ley.
Sin
embargo, grupos religiosos que van desde la Iglesia Católica Romana hasta los
musulmanes y los judíos siguen oponiéndose firmemente, al igual que muchos
médicos y enfermeras. “Siempre es posible controlar el dolor y la ansiedad
terminal con medicamentos”, afirma el Dr. Benoit Beuselinck, oncólogo de los
Hospitales de la Universidad de Lovaina.
"Si
eso no basta, una sedación paliativa puede inducir al niño a un profundo sueño,
y dejará de sufrir. Entonces, el paciente muere generalmente unos cuantos días
después, y durante este período, la familia puede quedarse con el niño y
comenzar el duelo", dijo. "El proceso de morir es un proceso natural,
y tenemos que respetar este proceso natural tanto como sea posible".
Sin
embargo, los defensores de la ley consideran que tales argumentos son
anticuados. Peter Deconinck, profesor emérito de cirugía pediátrica en la
Universidad Libre de Bruselas, dijo que es hora de romper el tabú que rodea a
la eutanasia infantil.
"Es
nuestro deber. Los niños de hoy no son como eran hace 50 años. Tienen mentes
maduras", dijo. "No es que los niños con enfermedades terminales vayan
al médico y digan: 'Me gustaría morir'. Pero los niños con enfermedades terminales
pasan mucho tiempo en los pabellones de oncología. El médico tiene el deber de hablar
con tales niños de una manera normal, tal vez no decirlo todo la primera vez,
sino ir poco a poco".
Además,
dicen los partidarios del proyecto de ley, la eutanasia infantil ya ocurre en Bélgica.
"En realidad, la compasión impulsa a los pediatras a poner fin a la vida
de un buen número de niños con el consentimiento de sus padres", dijo Jan
Bernheim, profesor de medicina en la Universidad Libre de Bruselas y pionero en
la atención paliativa. "Han
tenido que hacerlo clandestinamente, con el riesgo de ser acusados por los
fiscales", dijo. "Ahora podrán hacerlo de manera legal".
Antes
de dar todo el peso de la ley a la eutanasia infantil, los políticos belgas
tendrán que abordar otras implicaciones: por ejemplo, cómo manejar el probable
aumento del turismo de eutanasia.
Por
supuesto, la muerte no será solo cuestión de que el niño pronuncie su fíat
mortem. La ley exige declaraciones de psicólogos y médicos que confirmen la
capacidad del niño para tomar la decisión. Los médicos del niño también deben
informarle sobre las opciones médicas que pueden aliviar su sufrimiento y
mantener un diálogo acerca de sus preferencias.
Aun
así, el hecho de que la palabra eutanasia pueda ser dicha ahora a los niños
gravemente enfermos podría presionarlos para poner fin a sus vidas.
"No
creo que debamos estar orgullosos de matar a nuestros hijos cuando tenemos unos
buenos cuidados paliativos", afirma Carine Brochier del Instituto Europeo
de Bioética en Bruselas. "Nos estamos convirtiendo en laboratorio de la
eutanasia en el mundo. La eutanasia se está convirtiendo en una marca belga, al
igual que las galletas".
Ella
advierte que la ley de eutanasia infantil abriría una puerta éticamente
peligrosa. "¿Qué sigue? ¿La eutanasia para las personas con demencia? ¿Y
luego para las personas con discapacidad?", dijo.
"Llegar
a ser plenamente humano es un proceso gradual que se completa cuando el feto es
viable y ha terminado de adquirir todas las potencialidades para convertirse en
una persona", dijo Bernheim. "Del mismo modo, el final de la vida con
demencia es un proceso gradual de involución en el que la mayoría de los
atributos de la personalidad terminan perdiéndose.
"Ya
en la actualidad, en casi todas partes, estos pacientes no son resucitados ni
se les administran antibióticos, tratamientos que se consideran inútiles pues
solo prolongan el sufrimiento. Su vida arruinada no se considera merecedora del
grado de protección que se da a otras formas de vida humana".
Según
esta escuela, la eutanasia para los dementes sería mejor que simplemente
esperar a que se presente un brote mortal de neumonía. Pero, ¿dónde trazar la
línea? "Recientemente, una pareja de ancianos recibió la eutanasia
simplemente porque estaban 'cansados de vivir'", dijo Beuselinck.
De
hecho, la decisión de quién califica para seguir con vida equivale casi a jugar
a ser Dios, y ese poder se ha llevado al extremo antes. En el Tercer Reich, los
médicos alemanes mataron a más de 10.000 niños discapacitados o enfermos
incurables. A diferencia de los niños de Bélgica, a los niños alemanes nunca se
les preguntó si querían morir. Pero si la ley fuera aprobada en Bélgica, a los
médicos se les permitiría sugerir a los niños que estén de acuerdo en que se
les haga morir.
"Por
supuesto, se trata de una conversación difícil", dijo van den Werff Ten
Bosch. "Por lo general, los padres se preguntan: '¿Qué podemos hacer
ahora?' Ahora podremos darles no solo las diversas opciones médicas, sino
también decirles: "También está la opción de elegir morir".
La
aprobación de la nueva ley que permite a los niños estar de acuerdo con poner
fin a su vida se reflejará en la sociedad belga, su moral y deberes. "¿Qué
significa la eutanasia infantil para nuestra vida común en Bélgica?",
pregunta Brochier. "La respuesta al sufrimiento de los niños con enfermedades
terminales es más solidaridad, y esto incluye un mayor apoyo financiero para
los cuidados paliativos".
La
tercera parte de esta nueva trinidad de muerte, como complemento de los médicos
y el niño, son los padres. Según van der Werff Ten Bosch, la mayoría de los
padres no quieren que sus hijos sufran, y "si el niño dice: 'Realmente
deseo morir', 90 por ciento de los padres se lo permitirá".
Aun
así, la elección entre consentir el deseo de muerte de un niño y prolongar su
dolorosa vida plantea a los padres un insufrible espectro de emociones. Algunos
médicos sostienen que ello pone a los padres en una posición tan insoportable
que sería más compasivo dejarlos fuera de la decisión.
Sébastien
y Marie Petit tratan de visualizar cómo sería si tuvieran un niño con una
enfermedad terminal que les dijera que desea morir. "Me gustaría escuchar
tantas opiniones como sea posible", dijo Sébastien. "Yo no soy un
profesional de la medicina, así que me quedaría con lo que la mayoría me
dijera".
¿Un
voto de la mayoría decidirá la vida o la muerte de un niño? Bélgica está
entrando en un nuevo y escalofriante mundo.
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