“Estaba embarazada de mi segundo
hijo y todo el embarazo fue normal; no había indicios de que algo andaba mal
con el bebé que, tres semanas antes de la fecha del término, parecía iba a ser
muy grande (casi 10 libras) por lo que los médicos decidieron inducirme un
parto normal. Hunter nació en el Memorial Hospital de Tallahassee (TMH) en
Florida, E.U.A. Inmediatamente después, era evidente que él luchaba por
respirar. Estaba hinchado y comenzó a ponerse azul. El equipo que lo atendía
parecía trabajar en vano. Pidieron ayuda a la Unidad de Cuidados Intensivos
Neonatales (UCIN), donde lo llevaron inmediatamente. Pusieron a Hunter en un
respirador, lo paralizaron y sedaron para que no luche contra la ventilación
invasiva. Estando en el TMH el primer día, uno de sus médicos mencionó que no
pensaba que serían capaces de ayudarlo ahí y que era probable que tendrían que
transferir el niño al Shands Hospital de Gainesville, también en Florida,
E.U.A. Cada hora, las enfermeras comprobaban los niveles de oxígeno en su sangre.
Desafortunadamente, Hunter sólo empeoró las horas siguientes. Recibió una
transfusión de plasma y, cuando sólo contaba con dos días de edad, los médicos
del TMH decidieron que no había nada más que pudieran hacer por él y llamaron al
Shands para ver si tenían una cama disponible. Afortunadamente para nosotros y
para Hunter sí había una. El TMH coordinó de inmediato un transporte aéreo para llevar
a Hunter en helicóptero y cubrir la distancia de unos 207,82 kilómetros entre
Gainesville y Tallahassee. Ni mi marido ni yo pudimos ir en el helicóptero con
él”.
“Posteriormente, manejamos dos
largas horas hasta el Shands para ver a Hunter. Los médicos, a un lado de la
cama del niño, nos dijeron que se
encontraba muy, muy enfermo y que no sabían si iba a sobrevivir. Esas fueron
las palabras más devastadoras que jamás he oído. Nunca habíamos imaginado, ni en
nuestras peores pesadillas, que algo iba a salir mal con nuestro hijo y, mucho
menos, que podría morir. Hunter permaneció muchos días en la UCIN durante las
cuales las enfermeras que lo cuidaban mantuvieron una vigilancia constante no pudiendo apartarse ni un metro de su lado sin que otra ocupase su lugar. Las máquinas de
soporte del cuerpo de Hunter sonaban constantemente alertando al personal.
Hunter fue pinchado e invadido con muchas vías intravenosas por las cuales, alguna
vez, contamos al menos nueve medicamentos diferentes que se bombeaban en su
pequeño cuerpo. Al inicio, su médico nos había dicho que si sus signos vitales
no mejoraban cuando llegase a los cinco días de edad, lo más probable que el
bebé no lo lograría. Me sentaba junto a su cama, de 7:30 am hasta la medianoche
de cada noche, orando para que Hunter se recuperase. Finalmente, empezó a mejorar a
partir del sexto día, aunque tuvo muchos altibajos a lo largo de su estancia
hospitalaria. Aún tiene algunas cicatrices visibles de sus "heridas de
batalla" durante su hospitalización. Tomó un mes para que sea destetado de
los ventiladores, medicamentos y otras máquinas antes de que sea capaz de
volver a casa. Durante todo el tiempo que lo visitaba, tuve que dejar el cuidado
de mi hijo mayor, que tenía 19 meses de edad y que mi marido traía los fines de
semana para que pudiese pasar un tiempo conmigo. Me rompía el corazón estar
lejos de él durante tanto tiempo”.
“Cuando caminaba por el Shands
durante las horas en que no estaban autorizadas las visitas, reparé en los
globos que decoraban toda la UCIN y los pasillos. Me recordaron un evento en el
que participé en 1998. Al hablar con las enfermeras, descubrí que los fondos
del Maratón de la Danza de la FSU recogidos hacía apenas un año antes del
nacimiento de Hunter habían ayudado a renovar la UCIN del Shands y sirvieron
para agregar una cama adicional y comprar las máquinas que se utilizaron para
salvar su vida”.
“Cuando yo fui una bailarina para
la Maratón de la Danza de la FSU, nunca me imaginé que un día estaría salvando
la vida de mi propio bebé. Sentí una inmensa tranquilidad al saber
que había hecho lo que debía hacer para ayudar a salvar a mi propio hijo”.
“Mi marido y yo seguimos apoyando
a estos Maratones anuales de la Universidad Estatal de Florida. Hunter, ahora de 4
años, espera por el Maratón y, a menudo, pregunta cuándo va a volver.”
El Maratón de la Danza de la
Universidad Estatal de la Florida es un evento anual de 40 horas, donde más de 1.800
estudiantes se mantienen despiertos y de pie, danzando, para recaudar fondos y
crear conciencia en los beneficiarios locales. Durante los últimos 19 años, este
Maratón ha recaudado más de $ 5 millones para los Hospitales locales: Miracle
Network, Hospital Shands UF y el Colegio de Medicina de la FSU. En 2014, recogió
un gran total de $ 781,196.22 para los niños. Estos fondos hacen la diferencia en
la prestación de atención médica, tratamiento e investigación necesarios en los
Hospital Infantiles de la Red.
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