La técnica se ha creado para
preservar la fertilidad de mujeres o niñas que van a empezar radioterapia o
quimioterapia
Científicos de Edimburgo (Reino
Unido) y de Nueva York (EE UU) han logrado por primera vez cultivar fuera del
cuerpo óvulos humanos inmaduros hasta su última fase de desarrollo, el momento
en el que están listos para la fecundación con un espermatozoide. Los autores
sugieren que esta técnica podría utilizarse para preservar la fertilidad de
niñas antes de que reciban tratamientos que podrían dañar sus óvulos, como
quimioterapia o radioterapia.
Para desarrollar un tratamiento
de preservación de fertilidad, los científicos primero tendrán que demostrar
que los óvulos maduros son viables y que al fecundarse producen embriones
sanos, afirma Antonio Requena, el director general médico del Instituto
Valenciano de Infertilidad (IVI), que no participó en la investigación. Esto ya
se ha logrado en ratones, pero tendrán que pasar varios años más hasta que se
demuestre la seguridad del método en humanos. En el estudio, que aparece
publicado en la revista científica Molecular
Human Reproduction, participaron 10 mujeres sanas que habían escogido dar a
luz por cesárea. Durante la operación, los cirujanos tomaron biopsias de sus
ovarios que sirvieron para la posterior extracción de folículos ováricos
—envoltorios de tejido que contienen los óvulos—.
“El cultivo es complicado, porque
las estructuras cambian muchísimo su tamaño”, explica a Materia Richard
Anderson, uno de los autores del estudio de la Universidad de Edimburgo. “Los
folículos primordiales solo miden unas micras de diámetro, mientras que el
folículo maduro puede llegar a medir dos centímetros de lado a lado”, señala el
biólogo. Para sortear estos cambios morfológicos, los investigadores realizaron
el proceso en varias fases: empezaron desarrollando folículos completos, pero
cuando estos se volvieron demasiado grandes para las técnicas de cultivo,
extrajeron los óvulos y descartaron el tejido accesorio.
Anteriormente, varios centros de
investigación habían logrado replicar partes del proceso de desarrollo, pero
esta es la primera vez que se lleva a cabo por completo. Mientras que en un
ovario sano la maduración del óvulo suele llevar tres meses, en el laboratorio
solo tardó tres semanas. Anderson sostiene que “el hecho de que suceda más
rápido en cultivo no significa que hay ocurrido algo malo, simplemente que el
desarrollo es posible en menos tiempo”.
Requena advierte que “debemos ser
muy cautos” antes de proceder con técnicas de preservación de fertilidad, pero
felicita a los investigadores por el potencial que tiene su logro para la
clínica. Normalmente, los médicos pueden extraer tejido ovárico de pacientes
oncológicos para reimplantarlo después del tratamiento. Sin embargo, esa
intervención conlleva el riesgo de reintroducir células cancerosas al
organismo. Con la nueva técnica, los óvulos inmaduros que se extraen del tejido
ovárico se pueden desarrollar y almacenar en el laboratorio para su posterior
fecundación. Cada óvulo aislado estaría libre de células contaminantes:
“podríamos fecundarlos [in vitro] y obtener embriones, que es lo que se
implantaría”, explica el doctor.
Aunque han demostrado que
desarrollar óvulos en el laboratorio es posible, los autores reconocen que el
proceso no es exactamente eficiente: de los 87 folículos que cultivaron,
lograron extraer nueve óvulos maduros. Además, las células que obtuvieron no
son idénticas a las que produce el cuerpo. Cuando el óvulo madura por completo,
debe expulsar la mitad de su material genético en una estructura secundaria
llamada el cuerpo polar. Todos los óvulos de laboratorio, ya sean de ratón o de
humano, muestran cuerpos polares más grandes de lo normal. “No sabemos si el
tamaño del cuerpo polar es relevante, pero en ratones la fecundación de los
óvulos de laboratorio no es tan eficiente como cuando crecen en el cuerpo”,
dice Anderson. A pesar de estas limitaciones, el estudio también ha clarificado
el proceso de desarrollo del óvulo humano en sus distintas etapas, lo cual
podría facilitar la investigación de otros tratamientos de infertilidad y de
nuevas técnicas en medicina regenerativa.
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