viernes, 23 de marzo de 2018

Diez mitos sobre las vacunas




1. La infección natural es mejor que la vacunación: FALSO

Aunque la protección natural que generan algunas enfermedades puede durar toda la vida, la infección natural conlleva mucho más riesgo para la salud que la vacunación. Algunas infecciones pueden llegar a ser mortales, o predisponer para otras infecciones secundarias más graves. Por ejemplo, la varicela puede favorecer una superinfección posterior por Streptococcus, Haemophilus influenzae tipo b (Hib) puede causar retraso mental, la rubéola provoca defectos congénitos, el virus de la hepatitis B puede causar cáncer del hígado y el sarampión la muerte.

2. Las vacunas no son necesarias, las mejores condiciones higiénicas y de alimentación harán desaparecer las enfermedades: FALSO

Las enfermedades contra las que podemos vacunar volverían a aparecer si se interrumpieran los programas de vacunación. Aunque la mejor higiene, el lavado de las manos, el agua potable y una sana alimentación contribuyen a protegernos contra las enfermedades infecciosas, muchas infecciones se pueden propagar independientemente de la higiene que mantengamos. Si no hubiera vacunas muchas enfermedades infecciosas que se han reducido hasta un 90% reaparecerían rápidamente.


3. Las enfermedades prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en mi país, por lo tanto no hay motivos para que me vacune: FALSO

Es verdad que actualmente muchas de las enfermedades prevenibles mediante vacunación son poco comunes en muchos países, pero los agentes infecciosos que las provocan siguen circulando en algunas partes del mundo. Los patógenos no conocen fronteras y no saben si están en Cataluña, La Rioja o Andalucía. En un mundo globalizado, esos agentes pueden atravesar las fronteras geográficas e infectar a cualquier persona que no esté protegida. Hay dos motivos fundamentales para vacunarse: protegernos a nosotros mismos y proteger a quienes nos rodean. Gracias al efecto “rebaño”, vacunándonos nosotros interrumpimos la cadena de transmisión del patógeno y protegemos a los más débiles que no podemos vacunar, los niños, los enfermos y los ancianos. La vacunación es una muestra de solidaridad con los más débiles. Las vacunas evitan las epidemias.

4. La vacuna sarampión/paperas/rubéola (SPR) causa autismo: FALSO

El artículo de 1998 que relacionó esta vacuna con el autismo solo incluyó 12 casos y nunca se han podido confirmar esos datos. De hecho, se demostró que los datos de la publicación habían sido sesgados, y la revista tomó la decisión de retirar y retractarse de lo publicado. Se han evaluado y revisado más de 20.000 artículos relacionados con esta vacuna y más de 14 millones de casos de niños vacunados y no hay ningún indicio de que esta vacuna tenga alguna relación con el autismo.


5. El timerosal de las vacunas causa autismo: FALSO

El timerosal es el etilmercurio, un derivado del mercurio de muy baja toxicidad que ha sido empleado como conservante en algunas vacunas desde los años 30, para prevenir el crecimiento de microorganismos que las puedan contaminar. No es lo mismo que el metilmercurio. La baja toxicidad del timerosal se puso en evidencia tras su utilización como sustancia para el tratamiento de la meningitis durante una fuerte epidemia ocurrida en EE.UU. en 1929, cuando todavía no había antibióticos. El timerosal no funcionó como método curativo de la meningitis, pero ya entonces quedó clara su inocuidad en dosis 10.000 veces superior a la que contenían las vacunas. Múltiples estudios epidemiológicos han demostrado que no hay ninguna asociación entre el timerosal y el autismo u otros trastornos neurológicos. A pesar de las pruebas científicas, el debate público en torno al timerosal, ha promocionado el uso de vacunas sin timerosal. Hoy, solo algunas vacunas contra la gripe emplean timerosal.

6. El aluminio de las vacunas es peligroso: FALSO

El aluminio se emplea como adyuvante en muchas vacunas para mejorar las respuesta inmune. Sin embargo, la cantidad de aluminio en las vacunas es mínima comparada con la cantidad que encontramos en otros productos de consumo diario: un bebe está expuesto a más aluminio en la leche materna o de biberón que con las vacunas. Una dosis normal de antiácidos puede contener 1.000 veces más aluminio que una vacuna. Además, la mayor parte del aluminio que ingresa en el organismo es eliminado rápidamente. Aproximadamente la mitad se elimina por la orina o la bilis en menos de 24 horas y más de tres cuartas partes se elimina en menos de dos semanas.

7. El actual calendario vacunal no es sano: FALSO

El calendario vacunal se diseña para proteger a los niños contra las enfermedades infecciosas a las que son más vulnerables. Retrasar las vacunas aumenta el tiempo en el que el niño está expuesto a los patógenos y es susceptible de enfermar. Recibir las vacunas a tiempo no afecta el desarrollo neuronal de los niños y no aumenta la posibilidad de desarrollar autismo, ni tiene que ver con el síndrome de muerte súbita del lactante.

8. Recibir muchas vacunas al mismo tiempo puede sobrecargar al sistema inmune: FALSO

La administración simultánea de varias vacunas no conlleva ningún efecto secundario sobre el sistema inmunitario del niño. La cantidad de antígeno que se administra en las vacunas es mínima comparada con la que se encuentra un niño cada día. El sistema inmune es tan sofisticado que podría responder a más de 10.000 vacunas al mismo tiempo. Aunque el número de vacunas que recibe un niño ha aumentado en los últimos años, las nuevas vacunas se diseñan de forma que la cantidad total de antígeno ha disminuido.

9. Las vacunas son solo para los niños: FALSO

Las vacunas también están indicadas en la edad adulta. Para algunas enfermedades la protección no dura toda la vida y debemos recibir una dosis de “recuerdo” para volver a estimular nuestro sistema inmune. Otros patógenos nos pueden afectar más y dar más complicaciones en la edad adulta como el virus de la gripe, el tétanos, el herpes o la enfermedad neumocócica, que puede causar meningitis o neumonía incluso mortal. Con la edad nuestras defensas también se debilitan y si hay otra enfermedad previa, las vacunas pueden evitar complicaciones.

10. La vacuna de la gripe no funciona, muchas personas vacunadas agarran una gripe: FALSO

Ninguna vacuna es 100% efectiva, pues siempre hay un pequeño porcentaje de personas vacunadas que, por razones individuales, no desarrollan inmunidad a pesar de la vacunación. Sin embargo, ese porcentaje es menor del 15%. La vacuna de la gripe no protege contra el catarro, y muchas personas confunden la gripe con el catarro. Cada año pueden morir en el mundo más de 200.000 personas por complicaciones asociadas a la gripe, y muchas de ellas se podrían evitar con la vacuna.


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