Diario EL
COMERCIO, Jueves 20 de septiembre del 2012.
Por Soraya
Constante, Redactora.
Las madres
que la mañana del viernes pasado esperaban su turno fuera del consultorio de Otorrinolaringología en el Hospital Baca Ortiz coincidían en decir que han esperado
dos meses por su cita.
Solamente
hay dos especialistas en esta área, quienes pese a haber anunciado su renuncia
en agosto, conjuntamente con una veintena de médicos que mostraron su
inconformidad por las 8 horas de trabajo y el maltrato institucional, siguen
trabajando para conservar el servicio abierto.
“Yo desde julio ando por el turno”, decía
Mariana Sulca, madre de un niño de 5 años que requería un examen de oídos. Las
otras mujeres estaban más indignadas porque sus hijos necesitaron medicinas
durante los meses de espera. Dora Loachamin contaba que a su pequeña de 3 años
se le inflama el oído cada 15 días, debido a una fístula preauricular. “Me tuve
que ir al centro de salud de mi parroquia, Cotogchoa, y pedirles medicina para
aliviar el dolor de mi hija”.
Sonia Caiza,
que también reside en la periferia de Quito, en Machachi, dijo que tuvo que
enojarse para conseguir que en el centro de salud de su ciudad le pusieran dos
inyecciones a su hijo para calmar las molestias que tenía en la garganta. “El
Buprex (jarabe) ya no le aliviaba y el problema es que en Machachi no hay
pediatra, solo médico general”.
La ministra
de Salud, Carina Vance, dijo en un conversatorio el jueves que ha habido nueve
solicitudes de renuncias ligadas al cambio de jornada laboral.
La dirección
del hospital confirmó que dos cardiólogos prestaron sus servicios hasta la
última semana de agosto y que los siete restantes se han acogido al proceso de
compra de renuncias voluntarias con indemnización y están en espera de una
respuesta del Ministerio de Salud.
Los
cardiólogos que salieron del hospital el último día de agosto fueron José
Gaybor, jefe del área, y Lucía Gordillo, encargada de hacer los
ecocardiografías. En el equipo de cardiología quedan dos especialistas, que
tienen que distribuirse el promedio de 70 pacientes que llega a diario a
consulta externa y que ya esperaba un mes para ser atendido.
La
consecuencia que más pesa con la salida del doctor Gaybor es que se ha parado
el angiógrafo, un equipo de Rayos X cuya adquisición e instalación bordeó el
USD1 millón. El cardiólogo ha dicho que luchó durante años para que este equipo
llegara al hospital y poder resolver patologías como transposición de grandes
arterias o hipertensión pulmonar severa. El equipo se compró en 2011, durante
la emergencia sanitaria, y entró en funcionamiento en marzo de este año. Hasta
la salida de Gaybor se había tratado a 32 niños en este servicio.
El problema
de la movilidad de los médicos del hospital pediátrico también ha hecho que la
Fundación Proyecto Fortaleza, que ayuda a pacientes con enfermedades
catastróficas y raras, reoriente a sus miembros hacia otros hospitales
públicos. Cecilia de Ashur, coordinadora de la fundación, habla de la
dificultad de conseguir turnos en el Baca Ortiz desde que se dieron los
primeros despidos (la compra de renuncias en octubre pasado).
“Envié una
carta a la dirección (del pediátrico) para buscar una solución, pero nada ha
cambiado. Opté por llevar a mis pacientes al servicio de Pediatría del Hospital
Eugenio Espejo, he llevado a unos 15 más o menos. Allí hemos encontrado más
apertura”.
Renuncias
En octubre
del 2011 se produjo la desvinculación de un centenar de especialistas a escala
nacional por la compra obligatoria de renuncias. La Federación Médica, sin
embargo, habló de más de 180 especialistas.
En el Baca Ortiz
se pidió la renuncia de más de 10 especialistas. Entre ellos Milton Jijón,
María Barba y Norma Moncayo, quienes se dedicaban al tratamiento de
enfermedades raras.
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