El movimiento anti vacunas es una
corriente que, para desgracia de muchos pediatras y organismos internacionales
está a la orden del día en países europeos como Italia o Francia, donde
epidemias de enfermedades como el sarampión han vuelto a poner a las autoridades
en jaque, o como en Estados Unidos donde hay padres que incluso prefieren ir a
la cárcel a vacunar a sus hijos, proclamando que hacerlo iría en contra sus
creencias.
En Estados Unidos, la Asociación
Médica Americana ha desacreditado de forma reiterada a los progenitores que
rechazan vacunar a sus hijos por razones alejadas de la medicina y, al igual
que otros organismos como la Organización Mundial de la Salud, hacen hincapié
en su capacidad para erradicar, proteger y prevenir que los más pequeños
padezcan enfermedades como el sarampión, la varicela o las paperas. En ese
país, todavía en 20 de los 50 estados más Washington DC, proponen no vacunar
por motivos religiosos y personales. Solo tres estados, California, Mississippi
y Virginia Occidental, no permiten exenciones no médicas.
Efectivamente, los padres que
retrasan o rechazan la vacunación para sus hijos lo hacen por varias razones:
creencias religiosas, personales o filosóficas; razones de seguridad para sus
hijos y la falta de información que, según reclaman, existe por parte de los
sanitarios, según una última investigación realizada en 2016 y publicada en el
Journal of Pediatric Pharmacology and Therapeutics.
Un último caso acontecido en EE
UU ha puesto a los anti vacunas, de nuevo, en el centro del debate cuando una
mujer de Detroit (Michigan), Estado en el que no hay obligación de vacunar a
los hijos, ha asegurado en varios medios estadounidenses “que prefiere ir a la
cárcel que poner las nueve vacunas a su hijo de nueve años”. La obligación de
vacunar se produce tras una sentencia judicial. “Vacunar a mi hijo iría en
contra de mi religión. Esto se trata del derecho a decidir. De elección. De
poder elegir las opciones médicas con respecto a mis hijos”, dijo la mujer en
The Washington Post. La madre fue demandada por su ex marido el pasado
noviembre y desde entonces no ha procedido a la vacunación de su pequeño. El
plazo límite es este miércoles. “No he tenido la oportunidad de alegar mis
razones, por lo que lo más que probable es que entre en prisión”, ha añadido la
mujer.
A pesar de que en Michigan se
permite alegar motivos religiosos para rechazar la vacunación, muchos colegios
están obligados a impartir un curso a los padres en educación en salud a este
respecto, tanto en centros públicos como privados. La mujer aseguró que había
asistido a estos cursos. Y, según ella, ambos progenitores estaban de acuerdo
en no vacunar al pequeño que ahora tiene nueve años. El matrimonio entre ambos
fue anulado pocos meses después del nacimiento de su hijo. La madre reiteró que
“no está en contra de las vacunas, pero sí que debe ser una decisión de los
progenitores”.
El movimiento anti vacunas en el
mundo
En Estados Unidos las autoridades
sanitarias tienen un problema con las familias que se niegan a vacunar a sus
hijos. El sarampión se declaró erradicado en el año 2000 y, sin embargo, en
2014 surgieron 23 brotes con 668 infectados. A finales de la década de 1970, la
tosferina se había limitado a un millar de casos anuales; pero solo en
California en 2014 sufrieron una epidemia con casi 10.000 enfermos y más de
18.000 en todo el país en 2015. O en Minnesota, por ejemplo, donde se está
experimentando en la actualidad el peor brote de sarampión en décadas, y en el
que activistas contra las vacunas han intensificado su trabajo para desafiar
los esfuerzos de los funcionarios de salud pública y los médicos para prevenir
la propagación de la enfermedad altamente infecciosa.
Este movimiento anti vacunas
comenzó con fuerza en EE UU en 1988, cuando una revista científica de prestigio
publicó un estudio que relacionaba el autismo con las vacunas, investigación
que ha sido desacreditada en múltiples ocasiones por toda la comunidad
científica. Ahora, casi 30 años después, el propio presidente de la nación
Donald Trump protege y apoya a estas familias, movimiento al que le dio
crédito, incluso, antes de llegar a la Casa Blanca en múltiples ocasiones.
Y en Europa, los anti vacunas
también están muy presentes. En Francia, por ejemplo, aunque a partir de 2018
va a ser obligatorio vacunar a los menores contra 11 enfermedades, una
asociación está movilizándose para resucitar en el país el bulo de las vacunas
y el autismo. Las familias quieren pedir una "indemnización por daños
causados por la vacunación pediátrica", a la que consideran responsable de
un aumento de los casos de autismo entre los niños.
Por esta razón, las leyes de
vacunación están siendo reforzadas en toda Europa, donde la caída de la
inmunización ha causado un aumento en enfermedades como el sarampión, la varicela
y las paperas, según ha asegurado El Centro Europeo para la Prevención y
Control de Enfermedades (ECDC). Italia, por ejemplo, ha aprobado una ley que
establece la vacunación obligatoria para los niños de 0 a 6 años y sanciones a
los padres que no cumplan con el calendario. Y en Alemania, donde la
inmunización de los niños es voluntaria pero, desde que en 2015 el país sufrió
un brote de sarampión, la canciller alemana, Angela Merkel, modificó la
legislación y obligó a los padres que querían matricular a sus hijos en una
guardería a entregar un justificante que asegurara que habían sido informados
sobre los planes de vacunación.
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