miércoles, 24 de marzo de 2010

Pues... ¡a moverse!

Let’s Move
Por Michelle Obama
Newsweek, 21 de marzo del 2010, pp. 30, 31.
Desde hace años sabemos que hay una epidemia de obesidad infantil en EE UU. Hemos escuchado que la tercera parte de nuestros hijos tiene sobrepeso u obesidad. Hemos visto los efectos del problema en sus sentimientos y autoestima, y conocemos los riesgos para su salud y nuestra economía: los miles de millones de dólares que gastamos, cada año, en tratamientos para enfermedades relacionadas con la obesidad, como padecimientos cardiacos, diabetes y cáncer.
Sin embargo, también sabemos que no siempre fue así. Cuando muchos de nosotros pequeños, llevábamos estilos de vida que nos mantenían en un peso bastante saludable. Caminábamos todos los días a la escuela, arriamos largas horas en el recreo, el gimnasio escolar y antes de cenar, comíamos alimentos preparados en casa que siempre parecían incluir por lo menos una verdura.
Hoy día, esas caminatas a la escuela han sido reemplazadas por autos y autobuses para muchos niños; las tardes de jugar en el parque han cambiado por sesiones de televisión, videojuegos e internet; y muchos progenitores trabajan más horas o tienen más de un empleo, de suerte que casi nunca pueden sentarse a compartir la mesa con sus familias.
Es evidente que entre las presiones en la economía actual y el incansable paso de la vida moderna, muchas veces perdemos de vista el bienestar de nuestros hijos.
Y seamos sinceros: ellos no son los responsables de todo esto. Nuestros niños no decidieron qué habían de servir en la cafetería escolar o si había que elegir entre la clase de gimnasia o recreo. Nuestros hijos no eligieron producir comestibles con montones de azúcar y sodio en tamaños colosales, para luego verse saturados de la publicidad mediática que los promueve. Y no importa cuánto nos insistan en un plato de comida rápida con dulces, nuestros niños no son los que deciden a la hora de cenar. Nosotros estamos a cargo. Nosotros tomamos esas decisiones.
Y en ello estriba la buena noticia: en que tomar la decisión de resolver el problema. Por eso hemos dado inicio a "Let's Move" ("Vamos a movernos"), campaña nacional que tiene el único objetivo de resolver el problema de obesidad infantil en una generación, de manera que los niños nacidos hoy puedan llegar a la edad adulta con un peso saludable.
Let's Move no intenta retroceder el tiempo a nuestra infancia o crear cenas de cinco platillos cada noche, pues nadie tiene el tiempo para eso. Y tampoco consiste en decir no a todo. Hay un lugar para las galletas dulces y el helado, para las hamburguesas y las papas fritas, pues todos son parte de la diversión de la infancia.
Let's Move es un programa para que las familias realicen cambios manejables que se adapten a sus horarios, presupuestos, necesidades y gustos; para dar a los progenitores las herramientas necesarias para tener una familia saludable y en buenas condiciones físicas, aumentándola en casa y la escuela de manera nutritiva —con más frutas y verduras frescas, más granos integrales y menos azúcar, grasa y sal. Es un programa para ayudar a que las tiendas de víveres den un servicio a las comunidades que no tienen acceso a aumentos frescos, y para encontrar nuevas estrategias para nuestros hijos mantengan una saludable actividad física en la escuela y el hogar.
No será fácil alcanzar todos estos objetivos y no es cosa que podamos corregir con un proyecto de ley en el Congreso o una orden ejecutiva del Presidente. He hablado del asunto con muchos expertos y ninguno ha dicho que la solución a la obesidad infantil sea pedir al gobierno que nos diga lo que debemos hacer.
Todo lo contrario. La solución estriba en lo que nosotros podamos hacer para que nuestros hijos lleven vidas activas y saludables; en padres y madres que tomen decisiones más sanas para sus familias; en alcaldes y gobernadores que contribuyan a desarrollar ciudades y estados más saludables; y en un sector privado que también haga lo que le corresponde: desde los fabricantes de alimentos que ofrecen opciones más nutritivas hasta los vendedores que entienden que los productos que benefician a los niños y sus familias, también pueden beneficiar al negocio.
Es por eso que he viajado por el país para hablar con diversos grupos, desde asociaciones de padres y maestros hasta fabricantes de alimentos, funcionarios públicos y empleados de cocinas escolares, para pedirles que sean parte de Let's Move. Y desde el inicio de esta campaña, varios proveedores escolares importantes han aceptado mejorar la calidad de sus alimentos y a duplicar su producción de frutas y verduras para atender las necesidades de nuestros hijos. Las compañías de bebidas más grandes del país han accedido a proporcionar información nutrimental más visible en los empaques de sus productos, así como en las máquinas expendedoras y fuentes de sodas. La Academia Estadounidense de Pediatría ha comenzado a instar a sus miembros a practicar la detección oportuna de obesidad en los niños y más aún, a escribir recetas detalladas que expliquen a los padres la manera de combatir el problema. También hemos abierto un sitio Web (LetsMove.org) con sugerencias sobre buena alimentación y condición física.
Estos cambios son sólo el principio y aún falta mucho camino por recorrer para alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, tengo confianza en que, si cada cual hace su parte y colabora con los demás, podremos garantizar que nuestros hijos no sólo tengan las oportunidades que necesitan para alcanzar el éxito, sino la fortaleza y resistencia para aprovechar esas oportunidades: para destacar en la escuela, seguir la carrera de sus sueños, cuidar de sus propios hijos y vivir el tiempo suficiente para conocer a sus nietos —tal vez hasta sus bisnietos. Tal es el objetivo de Let's Move y mi misión como primera dama.