miércoles, 30 de diciembre de 2020

En Argentina, la interrupción legal del embarazo hasta la semana 14 ya es ley

 


Por Mar Centera y Federico Rivas Molina

 

Es ley. En Argentina, las mujeres que decidan interrumpir su embarazo podrán hacerlo de forma legal, segura y gratuita en el sistema de salud. El Senado ha aprobado la madrugada de este miércoles 30 de diciembre del 2020 la legalización del aborto hasta la semana 14 por 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. Ha enterrado así la ley vigente desde 1921, que lo consideraba un delito excepto en caso de violación o riesgo para la vida de la madre. En las calles, la marea verde feminista ha estallado de alegría. “Lo conquistamos. ¡Es ley!”, apareció escrito en todas las pantallas gigantes instaladas en el lado verde de la plaza frente al Congreso. Con aplausos, lágrimas y largos abrazos la multitud festejó el desenlace de una larga batalla.

 

Con la nueva legislación, Argentina vuelve a situarse a la vanguardia de los derechos sociales en América Latina. Desde este miércoles es el primer país grande de la región en permitir que las mujeres decidan sobre sus cuerpos y si quieren o no ser madres, como ya hicieron antes Uruguay, Cuba, Guyana y Guayana francesa. En los demás, hay restricciones totales o parciales. La iniciativa, aprobada en la Cámara de Diputados dos semanas atrás, contempla que las mujeres gestantes podrán acceder a un aborto legal hasta la semana 14 tras firmar un consentimiento por escrito. Estipula también un plazo máximo de 10 días entre la solicitud de interrupción del embarazo y su realización, con el fin de impedir maniobras que retrasen el aborto hasta evitarlo.

 

La presión de grupos religiosos y conservadores para mantener la criminalización del aborto ha sido muy fuerte, pero no ha sido suficiente para repetir el resultado de 2018, cuando el Senado rechazó el proyecto de ley. Aun así, se anticipa una fuerte ofensiva legal. En el país del papa Francisco, la Iglesia tiene aún mucho predicamento. No solo porque trabaja junto al Estado en la asistencia de los más pobres, a través de cientos de comedores. La cercanía de Francisco con el presidente Alberto Fernández es evidente, y la cuestión del aborto fue siempre un territorio incómodo de disputas. La plaza frente al Congreso fue evidencia de ello. Del lado celeste, donde se congregaban los grupos contrarios al aborto, sacerdotes celebraban misas ante altares improvisados y los manifestantes portaban cruces y rosarios, fotos de ecografías y un enorme feto de cartón ensangrentado.

 

A diferencia de la Cámara baja, donde se descontaba la aprobación, el resultado en el Senado, más conservador, era incierto. Pero ya desde el arranque la expectativa acompañó a los verdes. Los números estaban muy parejos y todo dependía de un puñado de indecisos, que enseguida pasaron de cinco a cuatro: un senador anticipó que votaría verde tras un retoque mínimo en el texto de la ley. Horas después, dos senadoras y dos senadores anunciaron también su voto positivo y elevaron a 38 los votos afirmativos, frente a 29 negativos. Los celestes, además, habían perdido dos votos antes de empezar: el del senador Carlos Menem, de 90 años, en coma inducido por una complicación renal; y el de exgobernador José Alperovich, en licencia hasta el 31 de diciembre por una denuncia de abuso sexual.

 

El triunfo del sí a la ley pronto quedó definido, antes incluso de la medianoche, cuando aún faltaban cuatro horas de discursos. “Cuando yo nací las mujeres no votábamos, no heredábamos, no podíamos ir a la universidad. No nos podíamos divorciar, no teníamos jubilación de amas de casa. Cuando yo nací las mujeres no éramos nadie. Siento emoción por la lucha de todas las mujeres que están afuera ahora. Por todas ellas, que sea ley”, declaró la senadora Silvia Sapag durante el debate, en una síntesis del tono de los discursos verdes.

 

Entre quienes se opusieron a la ley, muchos criticaron la oportunidad del debate, en mitad de la pandemia de la CoVID-19, y otros citaron argumentos religiosos, como María Belén Tapia: “Los ojos de Dios están mirando cada corazón en este lugar y pone en nuestra frente las condiciones para nuestra nación a partir de hoy. Bendición si valoramos la vida, maldición si escogemos matar inocentes. No lo digo yo, lo dice la Biblia por la que juré”.

 

En las provincias del norte del país, las más condicionadas por la Iglesia católica y los grupos evangélicos, la mayoría de legisladores se opuso. En la capital argentina y en la provincia de Buenos Aires, en cambio, casi todos los representantes respaldaron la legalización, cualquiera fuese su partido.

 

Durante 99 años, en Argentina fue legal interrumpir un embarazo en caso de violación o de riesgo para la vida o la salud de la madre. En el resto de supuestos, era un delito penado con la cárcel. Aun así, la criminalización no fue disuasoria: según estimaciones extraoficiales hasta medio millón de mujeres aborta en la clandestinidad cada año. En 2018, 38 mujeres fallecieron por complicaciones médicas derivadas de abortos inseguros. Cerca de 39.000 tuvieron que ser hospitalizadas por la misma causa.

 

“Obligar a una mujer a gestar es una violación de los derechos humanos”, afirmó la senadora oficialista Ana Claudia Almirón, de la norteña provincia de Corrientes. “Sin implementación de educación sexual integral, sin la provisión de anticonceptivos y sin protocolo de interrupción legal del embarazo, las gurisas [niñas] correntinas son obligadas a parir a los 10, 11, y 12 años”, denunció Almirón.

 

“En 2018 no logramos la ley, pero sí concienciar a la población sobre un problema: hoy hay mujeres que están abortando en condiciones de precariedad e insalubridad”, asegura Mariángeles Guerrero, integrante de la Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. “El aborto dejó de ser un tema tabú que se hablaba por lo bajo y comenzó a ser un tema que debía ser debatido políticamente para garantizar condiciones seguras en las que realizar esos abortos”, agrega. En 1921, cuando se aprobó la ley vigente, Argentina estaba a la vanguardia regional en derechos hacia las mujeres, pero la falta de debates posteriores le hicieron perder la carrera. Ahora ha recuperado el terreno perdido.

 

FUENTE: https://elpais.com/sociedad/2020-12-30/argentina-legaliza-el-aborto.html

jueves, 17 de diciembre de 2020

Las vacunas contra el CoVID19 son el avance científico del año

 

Por Manuel Ansede

 

Hay que repasar el calendario de este año para comprender bien lo que ha ocurrido: el 2020 empezó con la noticia de unas misteriosas neumonías en la ciudad china de Wuhan. El 10 de enero, los científicos locales ya habían confirmado que se trataba de un nuevo coronavirus y habían publicado su secuencia genética. El 13 de enero, los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EE UU y la empresa estadounidense Moderna ya habían diseñado una vacuna. Cuando la inmensa mayoría de la humanidad ni se había enterado de la existencia del virus, la solución ya estaba en camino. La revista Science, uno de los templos de la ciencia mundial, ha seleccionado las primeras vacunas contra la CoVID19 como el principal hito científico del año.

La historia se aceleró en aquellos primeros días de 2020: el 12 de enero, la dictadura china todavía afirmaba que no había evidencias de que el virus se transmitiese de persona a persona. El 20 de enero, los expertos gubernamentales confirmaron los contagios entre humanos y poco después decretaron el confinamiento de Wuhan. El 30 de enero, la OMS declaró que el brote en China era una emergencia de importancia internacional. El 11 de febrero, el virus fue bautizado como SARS-CoV-2. El 23 de febrero, el coronavirus prendió en Italia. El 11 de marzo, la OMS declaró la pandemia. El 14 de marzo, el Gobierno español decretó el estado de alarma y limitó el movimiento de los ciudadanos. El 16 de marzo, la empresa Moderna empezó el ensayo clínico de su vacuna experimental en humanos.

“Nosotros no nos podemos comprometer ni a fechas ni a cantidades todavía, pero sí nos podemos comprometer a que estamos todos volcados en esto, trabajando 18 horas al día. Paramos solo para dormir”, explicó el farmacéutico español Juan Andrés, director técnico de Moderna, en una entrevista con EL PAÍS el 21 de marzo. El ejecutivo afirmó entonces que no creía que la vacuna pudiera estar lista antes de un año. Se equivocó. Moderna anunció el 16 de noviembre que su inyección contra la CoVID19 tiene una eficacia de casi el 95%, similar a la comunicada por la estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech una semana antes. Han sido las primeras competidoras en llegar a la meta, pulverizando el anterior récord de la vacuna Ervebo contra el ébola, que necesitó cinco años desde el inicio de los ensayos en humanos hasta su aprobación en noviembre de 2019. La autorización generalizada de estas dos vacunas es inminente y enseguida llegarán otras, como la desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca, que simplificará la lucha contra la pandemia en los países más pobres por su menor precio y su mayor facilidad de conservación.

El director de la revista Science, Holden Thorp, sostiene que el hito de las vacunas contra la CoVID19 es un triunfo de la ciencia al completo. “La dedicación a la búsqueda de la verdad, a mejorar la condición humana y a documentarlo todo para la posteridad es común a todas las áreas de la ciencia. Y hemos llegado a este momento gracias a estos principios”, ha celebrado en un editorial.

El propio director rebaja su oda a la ciencia reconociendo “pasos en falso”, como el rechazo inicial al uso generalizado de las mascarillas, las reticencias a reconocer la transmisión del coronavirus por el aire y las irregularidades en algunos estudios científicos. “Habrá mucho tiempo para una exégesis de lo que salió mal. Pero, ahora, lo que salió bien es mucho más importante. Y lo que salió bien es que los científicos se preocuparon y reorganizaron sus vidas para llevar al mundo a un lugar mejor”, aplaude Thorp.

Las dos vacunas más adelantadas —la de Pfizer/BioNTech y la de Moderna/NIH— se basan en la misma tecnología: una receta escrita con información genética (ARN) del coronavirus para que las propias células humanas fabriquen proteínas del virus con las que entrenar sin riesgo a las defensas del organismo. Ambas vacunas son el fruto de “décadas de investigación”, según recalca el director de Science. Uno de los pasos esenciales se dio en 2005, cuando la bioquímica húngara Katalin Karikó y el inmunólogo estadounidense Drew Weissman, de la Universidad de Pensilvania (EE UU), publicaron una manera de modificar el ARN que facilitaba su uso seguro en vacunas. El biólogo canadiense Derrick Rossi cofundó la empresa Moderna en 2010 aupado a ese conocimiento. En Alemania, dos científicos de origen turco, Ugur Sahin y Özlem Türeci, fundaron BioNTech y en 2013 ficharon a la propia Katalin Karikó para desarrollar medicamentos basados en el ARN. Cuando llegó el coronavirus, las dos empresas tenían sus plataformas listas para solo tener que añadir la información genética de un nuevo virus.

 

FUENTES: https://elpais.com/ciencia/2020-12-17/las-vacunas-contra-la-covid-el-descubrimiento-cientifico-del-ano.html

https://vis.sciencemag.org/breakthrough2020/#/finalists/2020-breakthrough-of-the-year

 

viernes, 4 de diciembre de 2020

La placenta artificial. Antiguamente, un sueño, hoy la última frontera

 

 


Por Cristina G. Lucio


Los hospitales Clinic y Sant Joan de Deu de Barcelona ponen en marcha un proyecto que pretende emular las condiciones del útero materno. El objetivo es garantizar un desarrollo fetal adecuado y minimizar las secuelas de los bebés muy prematuros.

 

Nacer antes de tiempo es peligroso porque el organismo aún no está preparado. Los grandes prematuros, los bebés nacidos antes de las 26 semanas de gestación, se enfrentan a grandes dificultades porque sus pulmones, su aparato digestivo, su circulación o su cerebro no están listos para adaptarse al mundo exterior.

 

Para terminar de desarrollarse adecuadamente, necesitarían permanecer un poco más de tiempo en el vientre materno. Esa sería la opción ideal. Y precisamente lo que pretende emular el proyecto 'Placenta Artificial' que acaba de presentar BCNatal, el Centro Clínico y de Investigación del Hospital Clínic y del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.

 

El objetivo de la iniciativa, que ha recibido una financiación de 3, 35 millones de euros por parte de la Fundación la Caixa para su primera fase, es aumentar la supervivencia y reducir las graves secuelas neurológicas que sufren la mayoría de recién nacidos prematuros extremos.

 

Y, para lograrlo, el proyecto se basa en imitar en la medida de lo posible las condiciones que un bebé experimenta en el vientre materno. "El feto está preparado para vivir en el interior de la madre", ha explicado en rueda de prensa el doctor Eduad Gratacós, líder del proyecto y director de BcNatal. Por eso, en la placenta artificial que el equipo ya ha empezado a desarrollar el bebé extremadamente prematuro no se mantendría en una incubadora, sino en "un medio líquido", dentro de una bolsa fabricada con materiales biocompatibles, protegido de los sonidos y las luces del exterior y conectado, a través de su cordón umbilical, a un sistema externo de oxigenación y suministro de nutrientes y otras sustancias necesarias para su desarrollo. El bebé estaría monitorizado en todo momento mediante técnicas no invasivas, ha aclarado Gratacós.

Pero "engañar al feto y hacerle creer que no ha salido de su madre para protegerle es complicado", ha reconocido es especialista en Medicina Fetal. Es necesario poner en marcha un complejo engranaje que implica múltiples disciplinas científicas y una exquisita coordinación de cientos de profesionales.

 

El equipo lleva dos años trabajando en el proyecto y ya ha desarrollado algunos de los componentes de la placenta. Con la financiación recibida, se iniciará ahora una primera fase de investigación en la que se desarrollará un prototipo experimental y se estudiará su idoneidad mediante ensayos con fetos ovinos, ha señalado Gratacós. En este periodo, se comprobará, por ejemplo, cómo es la supervivencia durante un mes de un feto de oveja en el entorno de la placenta artificial. "Es muy importante estar seguros de que todo se desarrolla de forma correcta", ha subrayado el investigador. Más adelante, el proyecto evaluará también los efectos a largo plazo en el desarrollo cerebral, cardíaco, pulmonar y metabólico y se optimizará el sistema.

 

Si todo va bien, en un plazo de "cinco o seis años" la tecnología podría llegar a la práctica clínica, ha avanzado Gratacós, quien ha reconocido que el equipo se enfrenta a grandes desafíos, como lograr que la conexión con el bebé a través del cordón umbilical sea efectiva, garantizar un adecuado aporte de oxígeno o nutrientes o ser capaces de realizar una monitorización no invasiva eficaz.

 

También será necesario proteger al bebé de la luz o el ruido -garantizando a la vez que sí reciba estímulos auditivos o de movimiento como los que recibiría en el vientre materno- o garantizar que se produce un vínculo adecuado con la familia.

 

Por otro lado, el proyecto también quiere dotar a la placenta artificial de una tecnología que haga posible realizar intervenciones quirúrgicas cuando sea necesario. "Estamos desarrollando un brazo robótico y la capacidad de introducirlo en la bolsa donde se encuentra el bebé de forma mínimamente invasiva", adelantó Gratacós.

 

La de la placenta artificial "es una idea muy antigua. Pero por fin estamos preparados para llevarla a cabo", ha señalado el médico, quien ha calificado la iniciativa de "disruptiva". Según ha explicado, cada año nacen en Europa más de 25.000 niños con seis meses o menos de gestación. La supervivencia de estos pequeños oscila entre el 25 y el 75% y entre el 75% y el 95% de los supervivientes presentan secuelas.

 

Las Unidades de Neonatos consiguen sacar adelante a muchos bebés, ha señalado el especialista. Pero, en realidad, el feto se encuentra en un entorno muy antinatural, para el que no está preparado y sometido a intervenciones tencológicas muy invasivas, lo que en conjunto provoca efectos secundarios. Replicar el entorno de la placenta y que los órganos puedan seguir desarrollándose en un medio más 'amable' puede ser la opción más efectiva para los grandes prematuros, ha señalado Gratacós.

 

El especialista ha aclarado que esta opción está pensada para los niños nacidos con pocas semanas de gestación, no para todos los prematuros. Un niño nacido a las 35 semanas, cuyos pulones ya están desarrollados, no necesitaría ser atendido en una placenta artificial, ha indicado.

 

Gratacós ha apuntado también que el proyecto ha pasado previamente un proceso de evaluación internacional y a lo largo del proceso contará con comités supervisores (por ejemplo, de expertos en bioética o derechos reproductivos).

 

Además de la investigación española, otros tres grupos (dos estadounidenses y un consorcio entre Australia y Japón) están desarrollando también modelos experimentales de una placenta artificial para asistir a grandes prematuros.

 

"La placenta artificial va a generar un campo de conocimiento nuevo", subrayó Gratacós. El experto añadió que los avances que se logren permitirán profundizar en el conocimiento del desarrollo fetal y auguró un aumento de las inversiones en I+D-i "en Barcelona, Cataluña y España".

 

Por su parte, tanto Josep Maria Campistol, director general del Hospital Clínic como Manel del Castillo, director gerente del Hospital Sant Joan de Déu coincidieron en señalar que la iniciativa podría "cambiar la historia natural de muchas personas y, sin duda, va a tener una trascendencia muy importante para toda la sociedad".

 

FUENTE: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2020/12/03/5fc8ce9efdddffbd668b45fc.html