El presidente
de Asociación de Pediatría Americana, que cuenta con 67.000 expertos, solicita
que trabajen conjuntamente contra un problema de salud pública: “Hay que
proteger a los niños”
Cada vez más
expertos y ciudadanos están más preocupados por el movimiento antivacunas. Una
ideología sin base científica y que se apoya en creencias religiosas o
información falsa sobre los efectos secundarios de ciertas vacunas como, por
ejemplo, la triple vírica -de la rubeola, sarampión y varicela- y el bulo sobre
su relación con el autismo. Los expertos achacan la propagación de estas
creencias al uso malicioso de las redes sociales.
Hace unos
días, Celso Arango, jefe de psiquiatría infanto-juvenil del hospital Gregorio
Marañón, lo explicaba de esta manera: “La gente en las redes sociales sigue a
quien quiere seguir o a quien se ajusta a lo que cree o quiere. Es cierto que
los antivacunas no van a desaparecer. Gente que cree en el concepto natural a
la hora de vivir. Pero hay algo que deben saber, toda decisión es respetable mientras
no dañe a terceros. En el momento en que estas personas no se vacunan y
reaparecen enfermedades, hasta ahora erradicadas, de forma que afecta a la
población, su decisión provoca un problema de salud pública”, añadía Arango.
Y con esta
premisa, la Asociación de Pediatría Americana (APA), que aglutina a 67.000
pediatras, ha pedido a Google, Facebook y Pinterest que censuren este contenido
en sus sites. El presidente de la organización, Sundar Pichai, remitió una
carta a los presidentes de dichas empresas en las que señalaba: “Como
presidente de la APA mi obligación y misión es que todos los niños estén sanos.
Les escribo para que nos apoyen a combatir un problema de salud pública que
está afectando al bienestar de los más pequeños: la amplia difusión de
información falsa sobre las vacunas en sus sitios Web”.
La APA lleva
años desacreditando, en varias ocasiones de forma reiterada, a los progenitores
que rechazan vacunar a sus hijos por razones alejadas de la medicina y, al
igual que otros organismos como la Organización Mundial de Salud (OMS), está
haciendo hincapié en su capacidad para erradicar, proteger y prevenir que los
más pequeños padezcan enfermedades como el sarampión, la varicela o las
paperas.
“Ahora los
pediatras estamos viendo cómo rebrotan enfermedades como el sarampión en
nuestro país”, continúa el experto en su texto. “Incluso, mi Estado,
Washington, ha declarado el estado de emergencia por este motivo”. Además,
Pichai señala que, aunque ellos están concienciados y transmiten la información
verdadera a los padres, también incide en que sus esfuerzos no son suficientes:
“Ahora muchos progenitores están dando la espalda a la verdad en detrimento de
la salud de sus hijos”.
Hace unos meses, por ejemplo, se conoció el caso de Ethan Lindenberger, un joven de 18
años que decidió vacunarse al llegar a la mayoría de edad, debido a que sus
padres no lo habían querido hacer mientras fue menor. El joven, asustado por
los distintos brotes surgidos en su país, decidió informarse y, por
consiguiente, inmunizarse, enfrentándose así a su madre antivacunas. El caso
tuvo una gran repercusión en EE UU y Lindenberger llegó a declarar en el Senado
sobre la importancia de la inmunización.
Es cierto que
los padres recurren mucho a las redes sociales para informarse sobre lo que
hacer en cuanto a la salud de sus hijos, por esto, nos tenemos que asegurar que
la información que reciben en Internet es verdadera y tenga base científica. Y
la ciencia es clara: las vacunas son seguras, efectivas y salvan vidas”. “Mi preocupación
llega de la información poco veraz que se publica en YouTube, en el buscador de
Google y en los muros de Facebook o Pinterest. Ya que, en el caso de las
vacunas, una información falsa puede ser mortal”.
Pichai
solicita que redes sociales y pediatras trabajen con un mismo fin: que la
información que se publica sea veraz, y que de esta manera los padres reciban
la información real y se acabe con el movimiento antivacunas de una vez. En EE
UU, todavía en 20 de los 50 Estados más Washington DC proponen no vacunar por
motivos religiosos y personales. Solo tres, California, Mississippi y Virginia
Occidental, no permiten exenciones no médicas.