domingo, 6 de septiembre de 2015

El Premio al Mejor Proyecto Médico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) del año 2015

A simple vista podría parecer una de las cunas de la firma sueca Ikea, con sus planchas de madera apiladas en una caja y sus instrucciones de montaje, pero es mucho más. Es una nueva incubadora de bajo coste que en unos días viajará a la maternidad de Nikki (en Benin) para suplir a las toallas y botellas de agua caliente con las que arropan (y a veces queman) a los bebés prematuros en África.

Alejandro Escario, un joven Ingeniero Informático y de Telecomunicaciones de la Universidad CEU San Pablo de Madrid de 25 años, ha diseñado esta incubadora pensando en los países en vías de desarrollo. El dispositivo es fácil de montar, utilizar y reparar ya que está diseñado con una estructura de madera y pocas piezas de plástico, además de incorporar una parte electrónica. Tiene tres características principales: capacidad para controlar la humedad, para programar la temperatura y para inclinar la cama del niño. El objetivo es crear un producto fácilmente reparable allí, ya que todos los componentes pueden fabricarse en los países de destino. Escario ha recibido el premio al mejor proyecto médico en el Global FAB Adwards 2015, organizado por el Center for Bits and Atoms del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

La incubadora modular tiene un precio que ronda los 300 euros, frente a los más de 6.000 (o hasta 60.000) que pueden tener estos dispositivos en los países occidentales. Por eso, Escario aclara que su diseño no pretende sustituir a las incubadoras de las UCIS neonatales occidentales, pero sí será de gran utilidad en entornos de bajos recursos, como el propio Benin.

"Inicialmente íbamos a probar el prototipo en Sierra Leona, pero la epidemia de ébola nos hizo cambiar los planes", admite el joven. Finalmente, y en apenas 15 días, la incubadora viajará por primera vez a África de la mano de la Fundación Alaine, embalada en su pequeña caja con sus instrucciones de montaje. Allí, será el personal de la maternidad de Nikki el encargado de montarla y probarla durante varios meses para transmitir su feedback al equipo de Escario, que espera poder ir mejorando el modelo en futuros prototipos.

De momento, subraya, lo importante es que los planos de la incubadora sean fácilmente reproducibles (y reparables) en cualquier lugar del mundo, incluso por los carpinteros locales de Benin. "Por eso optamos por la madera, porque allí es un material abundante y barato, lo que podría reducir incluso los costes de producción". Esa idea obligó a prescindir del metacrilato y de los tornillos, para que la incubadora pueda montarse fácilmente.

De hecho, Escario desarrolló su idea desde cero en Madrid, comprando él mismo las planchas de madera en una carpintería y cortándolas en el FabLab del CEU, un centro integrado en la red mundial de laboratorios del Center for Bits del MIT. Los planos del diseño están disponibles en forma abierta en la web de esta red, para que cualquier laboratorio asociado (incluidos los 22 que hay en los alrededores de Benin) puedan reproducir de manera sencilla la incubadora.

Sus principales características son, por ahora, la robustez y simplicidad aunque Escario espera que su carácter modular le permita ir mejorando el modelo en el futuro, añadiendo nuevas prestaciones. "Por ahora, y después de consultar con varios pediatras y voluntarios de la fundación, el prototipo es capaz de regular la humedad, la prestación y la inclinación de las patas, para que la cabeza y los pies del niño puedan estar a distinta altura en función de las patologías", explica. Quizás en el futuro se puedan añadir baterías, para solventar la falta de corriente en zonas de pocos recursos, lámparas para la ictericia, control cardiaco, suministro de fármacos...