lunes, 4 de octubre de 2010

Francisco Febres Cordero, Diario El Universo, domingo 26 de septiembre del 2010.

El mal informado

Hasta mi consulta llegó el excelentísimo señor presidente de la república, aquejado de un fuerte dolor en la rodilla derecha. Con una evidente cojera, supo decirme que ahora sí confiaba tanto en la medicina ecuatoriana cuanto en sus facultativos, y que los términos de matarifes, carniceros, desguazadores, carroñeros e ineptos que les había endilgado obedecían a que había estado mal informado sobre la calidad de los médicos criollos y sobre los avances de la medicina en nuestro país.

El paciente me explicó que la última intervención le fue realizada en Cuba por un cirujano que, según le informaron, había dicho que si esa operación practicada a los cubanos no había funcionado, peor iba a funcionar para los extranjeros, razón por la cual nunca se recuperó, tuvo que archivar su bicicleta y movilizarse exclusivamente en su avión particular, con los subsecuentes problemas de sobrepeso que la falta de ejercicio acarrea. Su evidente engordamiento dio lugar a que sus enemigos le dijeran que cada vez está más pesado, injuria contra su honra por la que, según le han informado, puede demandarles por veinte millones de dólares a cada uno, ya que tal infundio le ha producido no solo un daño moral irreparable sino también un trauma psicológico del que espera operarse apenas su rodilla vuelva a la normalidad.

Luego de proceder a un examen de la rótula, los meniscos y los cartílagos y encontrar que todos ellos estaban lo que en términos médicos se conoce como hecho pomada, diagnostiqué que lo único que procedía de manera urgente era el implante de una prótesis, a lo que él aceptó con la condición de que la cirugía fuera realizada en la maternidad Isidro Ayora que, según le habían informado, era el único hospital bien equipado del país. Pacientemente, expliqué al paciente que yo recomendaba el hospital Carlos Andrade Marín, que había sido dotado de quirófanos lúcidos, camas ardientes y baños limpios no reembolsables, ante lo cual el paciente aceptó luego de reconocer que había estado mal informado sobre las grandes mejoras del precitado hospital.

Una vez en el quirófano, el paciente procedió a preguntarme si yo había ganado alguna vez una elección y al responderle que nunca, me dijo que entonces no podía estar a la cabeza del equipo de cirujanos y que, por tanto, él iba dirigir su operación ya que había ganado seis elecciones seguidas. Al ordenar que no se le administre anestesia general sino solo peridural, el paciente no perdió ni por un momento la conciencia, lo cual produjo serios inconvenientes entre el cuerpo médico porque llamó enano al anestesista, cachetón limitadito al cardiólogo, cara de estreñida a la instrumentista, cheerleaders del neoliberalismo a los camilleros y trompudo caretuco disfrazado de periodista a quien suscribe este parte. A pesar de todo, la artoplastia fue realizada con éxito y actualmente el paciente se recupera satisfactoriamente, aunque llama fundamentalista, garrotera e incapaz a la dietista que la da sopa de fideos y pollo hervido en lugar del bolón de verde, el cebiche de concha y el hornado que él pide y que, en el estado postoperatorio, le puede causar una oclusión intestinal no solo en la rodilla operada, sino también en la sana.

f) Dr. Manuel Rotuliano Peroné

Cirujano