jueves, 4 de octubre de 2018

Despreciar a nuestros médicos

Por Pablo Izquierdo Pinos

El ministro de Salud subrogante, Itamar Rodríguez, dijo en Portoviejo que dentro del plan para suplir la falta de especialistas se realizará una convocatoria internacional. Será once años después de que la exministra Chang terminara con los postgrados, las residencias médicas hospitalarias y se remate luego con el despido “voluntario” de los más sabios especialistas mediante el nefasto Decreto 813 que también prohíbe su contratación.

A dos años que asumió el nuevo Gobierno el mismo “equipo” de funcionarios, que lejos de construir su liderazgo generando consensos se dedicaron a destruir lo bueno que se había hecho desmantelando planes, programas, instituciones. No atinan con ninguna propuesta seria en materia de recursos humanos en salud que reivindique la dignidad del médico ecuatoriano y optan por lo más primario: importar galenos que no cumplen con mínimos requisitos de formación y ponen en peligro a los pacientes.

Anécdota: un hospital requería contratar urgente un anestesiólogo, al estar el puesto contratado, el médico extranjero –naturalizado ya ecuatoriano- presentó por si acaso necesitaban, las hojas de vida que lo acreditaban como médico familiar, cirujano, pediatra, e intensivista. El Senescyt le “reconoció” en combo cinco especialidades, sin ningún examen. El promedio para convalidación en otros países es de uno a dos años. Aquí tres días: sin garantía.

El problema no es tanto de número de facultativos como de gestión. Justamente estas convocatorias internacionales son uno de los factores expulsores de miles de médicos ecuatorianos a Chile, Argentina y España. Y atractores para cubanos, venezolanos, haitianos y dominicanos. El impacto económico para el país en recursos humanos formados y desperdiciados es enorme.

Ante semejante deterioro del ente rector de la salud conformado por amiguismos  evidentes, funcionarios noveles cuya única excelencia está en su remuneración y de manifiesta incompetencia administrativa. Urge que el señor presidente de la Nación, la Federación Médica, los Colegios Médicos, las Sociedades Científicas: dialoguen, antes que la devaluación del capital humano médico por falta de trabajo sea irreparable.