viernes, 4 de junio de 2010

Los últimos acontecimientos me motivan reflexiones suburbanas y bíblicas al mismo tiempo...



Con guantes de operar, hago un pequeño bolo
de lodo suburbano. Lo hecho a rodar por esas
calles: los que se tapen las narices le habrán
encontrado carne de su carne.

Pablo Palacio,

Un hombre muerto a puntapiés (prefacio)
Obras Completas, Editorial La Oveja Negra Ltda., 1986, Quito, 35p.




Viendo Pilato, que nada adelantaba, sino que al contrario crecía el clamor, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: «Yo soy inocente de la sangre de este justo. Vosotros veréis» (Mateo, 27:24).