domingo, 22 de septiembre de 2019

En Ecuador: faltaron cinco votos, pero "#SeráLey"


#SeráLey

Por Miguel Molina Díaz

La historia de las luchas fundamentales que ha emprendido el ser humano ha sido, resumidamente, la pugna entre los fanáticos y beneficiarios de los viejos regímenes, contra la insurrección de los cuerpos oprimidos. Para conservar los privilegios toda dominación ha alegado el orden natural y la creencia en Dios, así lo hicieron para defender y pretender la inviolavilidad de la esclavitud, la segregación racial, la democracia en donde sólo votaban los hombres. Lo que ha sucedido en Ecuador la semana pasada tiene muchos nombres y todos, sin excepción, tienen que ver con la incapacidad de ver a la otra, de reconocer su libertad y de aceptar que esta sociedad, la ecuatoriana, ha violentado sus cuerpos de todas las formas posibles: con el abuso sistemático en la vida pública y privada, con la violencia sexual, con el silencio cómplice, con la represión criminal de la Iglesia, con las Leyes de los machos.

Nuestra clase política está condenada, por su propio esfuerzo, al basurero de la historia. Casi nadie se salva. La intervención del asambleísta Vicente Almeyda, socialcristiano, es una bofetada de decencia e inteligencia para toda esa Asamblea Nacional que no vale dos centavos: al justificar su apoyo a la despenalización, siendo católico, les recordó a sus colegas la encrucijada del expresidente frances, Valéry Giscard d’Estaing, que en 1975 decidió no imponer sus creencias personales al conjunto de la sociedad y poner en vigencia la Ley que permitía a las mujeres abortar. Un político, en un Estado laico, no sirve a su iglesia sino a la gente que lo elige para cumplir su función. Para Borges todo destino, por largo o complicado que sea, consiste en realidad en un solo momento: el momento en que una persona sabe para siempre quién es. El pasado 17 de septiembre los machos y las machas del Ecuador demostraron que la violencia contra la mujer es su fe, su vida, su egoísta aspiración. Ese es el destino que escogieron. Eso es lo que son.

Gran parte de esa clase política, curuchupa e incapaz de entender en qué consisten la democracia y los derechos humanos, viaja al primer mundo para tomarse fotos, blanquearse y suspirar ante los majestuosos monumentos. No quieren ver que en esos países el oscurantismo, en esta materia, se superó hace décadas. En el Reino Unido el aborto libre es legal hasta las 24 semanas de gestación desde 1967. En 1973 la Corte Suprema de Estados Unidos prohibió a los Estados limitar el derecho de las mujeres a abortar durante el primer trimestre de su embarazo. Desde 1998 no hay leyes que impidan el aborto en Canadá. En el Ecuador sólo se ha planteado hacerlo en un caso, aquel que implica una de las más monstruosas formas de tortura contra la mujer que es la violación sexual, y la clase política prefirió negarlo.

En el país en donde esos machos son legisladores, de acuerdo a datos oficiales, más de 20 mil niñas menores de 14 años parieron entre 2008 y 2018. Según la investigación de la periodista Isabela Ponce, si en 2013 se hubiera aprobado el aborto por violación (cuando el macho que nos gobernó 10 años prohibió, incluso, discutirlo), cerca de 10 mil niñas entre 7 y 11 años, que fueron violadas, habrían tenido la posibilidad de elegir si querían o no parir. Un estudio de la Fundación Desafío, citado por la BBC, concluye que cada día paren un promedio de 7 niñas de 14 años víctimas de violación, mientras 11 mujeres denuncian a diario haber sido violadas, no en territorios ocupados o asolados por la guerra, en Ecuador.

Las cifras, sin embargo, no importan a quienes prefirieron que el régimen de violencia contra la mujer continúe, pulverizando cuerpos, destruyendo las vidas de las niñas que son agredidas sexualmente, a veces por parientes, y que todo el tiempo mueren en clínicas clandestinas o son obligadas a ser madres a temprana edad. No entienden que para abortar, nadie pedirá el consentimiento u opinión del Estado cómplice. Lo que hoy nos niegan, ya ha sido conquistado en esa lucha incansable y de siglos que valientemente han librado las mujeres. El ruido que hacen esas luchadoras se escucha por todos lados. Hace rato que se sublevaron contra el asqueroso viejo régimen que la pusilánime Asamblea Nacional defiende. Nada las detendrá. El aborto por violación será Ley, porque el futuro será, llegará, es inevitable.