domingo, 4 de diciembre de 2011

Diario HOY, 04/Diciembre/2011


La Tragedia de la Salud


Por: Raúl Jervis Simmons*

Desde hace décadas, uno de los escenarios más vulnerables con fogosos discursos políticos han sido la salud pública y la estructura sanitaria en el Ecuador. Los más críticos han sostenido que la solución es dinero y más recursos; otros hemos sostenido la necesidad de políticas de Estado menos demagógicas, con cambios estructurales que privilegien la atención primaria, la prevención y que, con seriedad, se propenda a una verdadera unificación del sector salud, abandonando las parcelas de poder, la dispersión a la que ha llevado la politiquería, y solo entonces, sensatamente, plantear las necesidades presupuestarias, pensando en el pueblo y no en el reconocimiento inmediatista de las próximas elecciones.

Ahí el Ministerio de Salud sería el verdadero rector pero no tiránico, sino técnico.

Se han gastado (¿malgastado?) $4 000 millones en estos cuatro años, cifra que supera de largo lo de muchos años, con un desmesurado crecimiento burocrático, sospechosas compras por los decretos de emergencia, sin conocimiento y experiencia derrochando recursos en los hospitales terciarios en busca de imagen, y el resultado es que la salud pública está igual o peor que antes, que ya ni siquiera se atreven a usar la demagógica propaganda del Cholito y el Bonafon.

A un evidente incremento de la burocracia general, ha correspondido con un desmantelamiento de los centros médicos con despidos sustentados en una investigación policíaca jamás vista en el país, ni en las peores dictaduras y que más bien corresponde a prácticas retrógradas y fascistas.

Nunca antes en el Ecuador se ha sentido como hoy, el miedo del personal sanitario, no solo de los médicos, impedidos hasta de comerse un bocadillo o de tener una cafetera en sus oficinas de los hospitales, porque dizque atenta a la productividad de su trabajo.

Para completar este escenario, el Ejecutivo ha enviado a la Asamblea un nuevo Código Penal, en el cual penaliza las complicaciones médicas, presume error, mala fe y asume mala práctica médica con sanciones de prisión superiores a las del más avezado delincuente y asesino, el cual, finalmente, al cumplir su pena, puede reintegrarse a la sociedad; el médico queda sancionado de por vida.

Una perla adicional: desde el mes de septiembre, todo becario, es decir, internos rotativos de último año de universidad o médicos residentes en entrenamiento que reciben un estipendio en algunos casos muy bajos, en centros públicos y privados, debe aportar al IESS casi el 20% de esa beca, con beneficios limitados casi exclusivamente de salud, aunque dispongan de un seguro privado que en determinados casos se otorga como beneficio adicional. Otra muestra de la voracidad del Estado por los recursos de los más pobres.

*Médico