domingo, 21 de marzo de 2010

Impresionante y decepcionante....


UNA HISTORIA DE AUTISMO Y TERRORISMO
Por Rigoberto Aranda
Newsweek, 14 de marzo del 2010, 28, 29p.

Terrorismo es definido, en español, como cualquier actividad con la que se busca la dominación por el terror. También como una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
Estados Unidos añadió a su definición oficial el que los objetivos sean personas no combatientes. Es decir, civiles inocentes, en términos coloquiales.
La historia del médico inglés Andrew Wakefield parece llenar esta definición.
En 1998, Andrew Wakefield, entonces médico del hospital Royal Free de Londres, junto a otros colegas, firmó un artículo publicado en la famosa revista médica The Lancet en el que afirmó que la vacuna triple viral (que inmuniza contra el sarampión, rubéola y paperas) estaba asociada al menos con 12 casos de autismo.
En dicho artículo, que causó revuelo mundial, Wakefield explicaba caso por caso la situación de cada menor y apuntaba directamente a la vacuna como la responsable. A partir de entonces, muchas familias dejaron de inmunizar a sus hijos, presas del miedo, y la incidencia del sarampión aumentó en muchos países.
Ahora, 12 años después, luego de una investigación exhaustiva, The Lancet anunció que retirará de sus archivos dicho estudio.
Sin embargo, como se ha documentado a lo largo de estos años, se convirtió en elemento fundamental para el crecimiento de una corriente global antivacunas, que ha encontrado en internet, campo ideal de propagación.
The Lancet decide ahora retractarse del estudio después de que el Colegio General Médico Británico acusara a su autor, Andrew Wakefield, de actuar "de forma deshonesta e irresponsable". Encontró que las conclusiones a las que Wakefield llegó eran falsas y los métodos empleados para realizar el estudio también.
Este organismo decidió abrir una investigación sobre el estudio después de que un periodista del diario The Times publicara que el médico británico había utilizado para sus ensayos a 12 niños con un sesgo imperdonable: fueron directamente seleccionados por un despacho de abogados, el cual llevó una demanda contra los laboratorios fabricantes de la vacuna, representando a una pareja interesada en obtener una fuerte suma como indemnización.
Los niños participantes en el estudio no provenían, tal y como dijo Wakefield, del servicio de gastroenterología del Hospital Royal Free Hospital de Londres. El Consejo Médico ha descubierto también que Wakefield llegó incluso a pagar a las familias de los pequeños para que se sometiesen a las pruebas.
The Lancet, además de retractarse del estudio, ha pedido disculpas por su publicación hace una década.

Influenza, monjas y antiimperialistas

Entre los activistas antivacunas destacan, más por su impacto mediático que por su credibilidad, una monja benedictina española y un euroconsejero aguerrido y acostumbrado a los reflectores.
Teresa Forcades, monja, médica y activista contra lo que ella llama "crímenes de las farmacéuticas internacionales", lanzó una campaña contra la vacunación de la gripe pandémica A/H1N1 mediante un video en YóuTube que alcanzó gran audiencia.
Forcades, autora también de "Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas" y "La teología feminista en la historia", expresa en el video su preocupación porque los gobiernos puedan declarar obligatoria la vacuna contra la gripe A/H1N1 debido, entre otras cosas, "al desconocimiento sobre sus efectos secundarios".
El video de 54 minutos de duración titulado "Campanas por la gripe A" fue subido a la red y circuló masivamente a través de correos electrónicos.
Forcades, vestida con su hábito y con el fondo del monasterio de San Benet, en Monserrat, Cataluña, plantea sus dudas acerca de la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando, dice, se trata de una enfermedad con menos mortalidad que la gripe estacional.
"Si hay menos mortalidad, ¿cómo es que se puede declarar una pandemia?", se pregunta Forcades, que asegura citar varios informes y documentos oficiales para contrastar sus datos. Algo que, por cierto, no hizo. La monja benedictina es conocida en España por sus constantes ataques a la industria farmacéutica y autoridades sanitarias, basados en teorías de conspiración que rayan en lo paranoico, sin más sustento que el uso de terminología científica y lugares comunes.
Otro que sacó su red para pescar la oportunidad fue Wolfang Wodarg, miembro de la Asamblea del Parlamento del Consejo de Europa, quien vistió su última acción como parlamentario con una espectacular declaración de que la OMS se dejó sobornar por farmacéuticas en su gestión de la pandemia gripal.
Wodarg impulsó a nivel parlamentario una querella con el título "Una pandemia inventada (o falsa): una amenaza para la salud". La propuesta fue derrotada en la Comisión de Asuntos Sociales, Salud y Familia. Ello significa únicamente que no se tramitará por la vía de urgencia y que, tras un tiempo de reflexión, se podrá debatir.
Wodarg no había destacado para nada hasta ahora en su trabajo parlamentario, por dedicarse a temas relacionados con las amenazas biológicas. Es el presidente saliente de la subcomisión de Salud de la Asamblea y, de hecho, ya no es parlamentario: perdió su escaño en las recientes elecciones en Alemania y ha finalizado su etapa como tal el 25 de enero de este año.
Eso sí: se quiso despedir a lo grande: lanzar acusaciones —sin pruebas científicas al calce— sobre las relaciones de la OMS con las compañías farmacéuticas y al mismo tiempo, indicar que "se ha expuesto a millones de personas con buena salud a los riesgos de los efectos secundarios no conocidos de las vacunas que no han sido suficientemente estudiadas".
Terror puro. Publicidad para la monja y el diputado por igual.
Si regresamos a la definición de terrorismo, como "cualquier actividad con la que se busca la dominación por el terror" y también como "una sucesión de actos de violencia (en este caso, propagandística) ejecutados para infundir terror", más allá de los fines perseguidos, tanto Wakefield, como Forcades y Wodarg, cubren el perfil.
¿Cuántos niños, adultos vulnerables, personas mayores, quedaron sin protección por estas campañas?
Además del bien documentado brote de sarampión que se registró a nivel mundial luego de la resistencia de muchas familias a inmunizar a sus hijos, las personas todavía expuestas hoy al virus de la influenza A/H1N1 alcanzan millones.
Que no es tan letal como se creía, mejor. Pero de ahí a dejarse de vacunar por miedo...
Pero el hecho permanece: para el terror no hay vacunas, desafortunadamente.

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